Este libro propone conocer los pormenores de la longeva fiesta titular
que los indios ofrendaron a Santa María
Virgen de Guadalupe en el santuario del
Tepeyac, entre los siglos XVI y XX. Está nutrido con la información sustanciosa de abundantes documentos, crónicas
y fuentes historiográficas, en los que
es posible encontrar el fervor temprano que los naturales manifestaron a esa advocación de la Madre Divina. El culto
se originó en la obligatoria celebración por la Natividad de María, cuya sede oficial
fue dicho santuario, en el que —grata
coincidencia— la imagen de Guadalupe fue mostrada. Ésta ganó muy pronto el corazón de nahuas, otomíes y
mazahuas sujetos a la administración
eclesiástica del extenso Arzobispado de México, que, en continuidad con su pasado, construyeron una
nueva y sólida tradición que, entre otras cosas, mantuvo activo su
agradecimiento por los dones recibidos de parte
de la fértil y amorosa proveedora.