A comienzos de 1957, y de escasos dos años de edad, Lorenzo jaramillo llega a vivir a Bogotá con sus padres, a una casa ubicada en la calle 22 con carrera 4. Ellos se habían desempeñado como académicos del Instituto de Investigaciones Latinoamericanas de la Universidad de Hamburgo. En ese mismo año fue derrocado el general
Gustavo Rojas Pinilla en Colombia, lo que le abrió las puertas al pacto de alternancia del poder entre políticos liberales y conservadores más conocido como Frente Nacional. con el que se buscaba poner fin a los viejos conflictos bipartidistas.
En julio de 1991, un año antes del prematuro fallecimiento de jaramillo -a los 36 años-, se promulgó una nueva Constitución Política colombiana que les daría un giro radical a las formas de participación ciudadana, pues la Asamblea Constituyente convocó a amplios sectores sociales del país que tuvieron como tarea redactar esta carta magna, hecho que le imprimió a dicho documento un carácter inédito, mucho más plural. democrático e incluyente.
Podemos decir que, lamentablemente, Lorenzo jaramillo no alcanzó a vivir muchas de las conquistas que hoy en día -no sin esfuerzo- han permitido un cada vez más amplio reconocimiento de los derechos y deberes de grupos sociales minoritarios, gracias a la Constitución de 1991, temas que sin embargo comenzaron a instalarse en el ámbito público a partir de los movimientos estudiantiles y contestatarios de finales de las décadas de los sesenta y los setenta en todo el mundo. Lo que sí vivió con intensidad, tanto en Colombia como desde el exterior, fue un convulso momento de la historia del país, marcado por diferentes formas de violencia, en el que la sociedad y el Estado se vieron permeados por el narcotráfico, las luchas por la tierra, las dictaduras de otras naciones latinoamericanas y los incipientes anhelos de paz de las partes en conflicto.
Precisamente entre esos dos momentos que marcan el inicio y fin de su vida (el Frente Nacional y la Constitución del 91l, Lorenzo jaramillo desplegó con vitalidad toda su capacidad creadora identificada desde su infancia, y que luego se convirtió en una desbordada originalidad, la cual lo lleva a preguntarse por su más genuina identidad pictórica y personal. Esa identidad tomó forma por medio de formatos variados, técnicas diversas, intereses con un amplio horizonte disciplinar que lo identifican como uno de los más prolíficos artistas colombianos de finales del siglo XX, injustamente olvidado de manera temporal. pero merecidamente reivindicado con esta muestra que el Museo Nacional de Colombia, en su serie de Homenajes nacionales, ha organizado en asocio con la Universidad de Bogotá jorge Tadeo Lozano y su Museo de Artes Visuales, con la curaduría de Diego Salcedo Fidalgo.
Este artista, que se autodefinió distinto de los otros, vivió en carne propia épocas turbulentas de violencias y desequilibrios sociales, de comportamientos atrevidos y búsquedas libertarias que marcaron su quehacer plástico y vital. Al contrario de muc~individuos que pasan por la vida sin dejar huella ni cuestionarse, Lorenzo jaramillo fue diferente como ser humano, pues miró su alma con profundidad y entereza, con valentía y decisión, y esas acciones son reflejo de una obra igualmente coherente, profunda, variada, meditativa, valiente y decidida, como lo fue su propia vida. Vida corta pero intensa, vida plena en su quehacer inquieto y desbordado, que hoy se comparte con las nuevas generaciones de colombianos como un gesto de memoria para evitar, una vez más, un injustificado olvido.