El campo
es espacialmente una geografía territorial, pero esencialmente es un espacio
donde manos, herramientas, voluntades, fuerza, empeño, tradición,
correspondencia y pertinencia se vuelven un único sentimiento que, si se hiciera
sustantivo, no podría llamarse diferente de “amor”.
Este es
un libro homenaje; un recorrido íntimo entre las venas de protagonistas que
hicieron visibles sus experiencias, su cotidianidad, sus querencias,
sufrimientos y recompensas. Es la radiografía de un territorio afortunado, de
montañas, páramos, valles y cañones, donde el azadón y el machete se vuelven
protagonistas en las manos de hombres y
mujeres, campesinos, hijos de la tierra, venerables peones de la brega del
arado y el jornal. Hombres que en genuflexión sin tiempos honran su misión,
muchas veces ignorada, e incluso despreciada, porque de alguna manera saben que
es solo la tierra la que habrá de prodigarles las merecidas
gracias.
Bienvenidos al Santander campesino, a esta tierra de infinitos
saberes, que en estas páginas se vuelve un himno entonado y multiplicado en el
eco del paisaje. Bienvenidos al Santander de nuestro pasado, nuestro presente y
nuestro futuro.